Zarpazo nº53

Tucídices, un historiador ateniense del s. V antes de Cristo, dejo dicho que «la historia es un incesante volver a empezar.»

Siempre he detestado la historia. Si lo planteamos en el término clásico, claro está. Y siempre la he detestado porque me parece algo completamente partidista y subjetivo. Es tal mi animadversión, que mi amor hacia la filosofía está condicionado por ello, en tanto que la filosofía esta concebida actualmente en las universidades como un paseo por la historia, en este caso del pensamiento.

Por otra parte, cuando lo que se nos presenta no responde a subjetividades del bando vencedor o bien faltan datos o bien se relega al limbo de la denominada «historia bastarda». He de decir que si bien, odio la historia, soy un grandisimo fan de la historia bastarda [aunque claro, creo que aún no ha nacido ningún conspiranoico que no sea partidario de la historia bastarda]. De todas maneras, creo que de historia bastarda o de conspiraciones hablaré otro día [que incluso un conspiranoico como yo acaba saturado estos días, con tanto recordatorio del asesinato de JFK, hecho también conocido como La madre de todas las conspiraciones]

Hoy os voy a ser sincero. Hoy no escribo para que se lea, hoy no escribo para exponer una visión personal sobre algún tema. Hoy es diferente. Así que he colgado por unos momentos mi traje de pseudo intelectual de pacotilla, ese tan recomendable como los libros de «autoayuda» de esos de todo a cero sesenta , para tejer y deshilachar las hebras de este entramado mesianico-nihilista incoherente que me define. Para vomitar las frases que conforman mis entrañas. Esas entrañas perturbadas que me incomodan y me narcotizan en la misma proporción. Esas entrañas que se revolucionan de forma periódica por la condición en la que me situa vivir en un eterno día de la marmota, donde, como un Bill Murray con patillas revivo una y otra vez la misma historia despertandome continuamente [los días que consigo dormir, claro está] en la misma insulsa situación.

La historia siempre se ha ido escribiendo a base de sangre, de sangre y de tinta. Se ha ido esculpiendo a golpes. Escandalosos e incesantes repiques que en sus últimas consecuencias nos sumen en espirales de locura. En episodios conformados por ese reescribir la historia que convierten el dolor en hilaridad consentida y fuente de vida. Todo ello con el tiempo me ha transformado en esa arena escurridiza e incomprendida que se cuela inevitablemente entre los huecos y se queda permanentemente para inflingir heridas que jamás sanan o para interrumpir el buen funcionamiento de la máquina mejor engrasada.

No se, es posible que todo esto no sea más que la evolución de esos, mis demonios personales, contra los que hace años luché, y que jamás fueron vencidos. Esos, que acechan esperando su oportunidad, y que de vez en cuando reaparecen con su particular blitzkrieg, o quizá es una retorcida calma antes de una tempestad inconcebible, o por el contrario, por fin la historia ha encontrado el matiz que la define. Quizá esta vez Zion acabará libre y la ecuación se balanceara de manera diferente a como se venía haciendo hasta ahora libre al fin de deja-vu’s y de interminables lineas de codigo…

Quizá sea hora de liberar mi mente…

BSO: «Ultimatum — OBK»

Canción del día:

Gastando saliva me hice viejo….

12+1 — Sôber